miércoles, 6 de agosto de 2008

Magia que nos juramos que duraría para siempre ...

MAGIA (59º Albanta 2.0)

- ¿Cuándo empezó a sentir afición por la magia? – preguntó el periodista de aquella conocida publicación semanal de gran tirada en todo el país.
Era, con toda seguridad, la pregunta que más veces le habían hecho a lo largo de su trayectoria profesional pero no le importaba contestarla una y mil veces puesto que le encantaba rememorar esa historia.
Quedó pensativo y su mente viajó entre sus recuerdos, trasladándose a aquellos años de principios de los setenta, cuando apenas acababa de cumplir los 6.
Había sido la carta a los Reyes Magos más elaborada que había escrito nunca. Había perdido la cuenta de las veces que la repitió para que quedara con letra clara y sin ningún borrón. No quería que Sus Majestades le dejaran sin regalo por ser un descuidado, ese año no. La misiva era corta y concisa con un solo requerimiento: el juego de Magia Borrás, solo eso. Le maravilló desde la primera vez que vio el anuncio en la televisión. Ya se veía con su varita mágica en la mano y dejando a todo el mundo boquiabierto con sus trucos.
Mientras imaginaba eso, los días fueron pasando y por fin llegó la noche del 5 de enero ¡Nunca se había sentido tan inquieto! Quiso darse su baño lo más pronto posible, cuando otros días era una auténtica odisea conseguir que se metiera en la bañera, engulló su cena en un abrir y cerrar de ojos y enseguida empezó a hacer que bostezaba para poder ir a acostarse ¡Quería que aquella noche acabara cuanto antes! Pero nada más lejos de la realidad. Se pasó varias horas dando vueltas sin lograr conciliar el sueño lo que hacía que se pusiera aún más nervioso.
- ¿Y si llegan y ven que no me he dormido y no me dejan mi regalo?
Y siguió dando vueltas y más vueltas hasta que el cansancio acumulado y los propios nervios le hicieron caer en un sopor que lo llevó en volandas hasta las tempranas horas de la mañana. Cuando abrió los ojos y vio como la luz del día se filtraba por las rendijas de la persiana, estuvo a punto de saltar de la cama a ver si los Reyes habían cumplido con su petición. Pero entonces recordó algo que su madre le repetía a diario.
- Si te despiertas, no te levantes sin avisar.
Casi desesperado llamó a su madre para ponerle en conocimiento que ya estaba despierto y quería levantarse. Ella le dio permiso a la par que acudía a la habitación del chiquillo puesto que, por nada del mundo se perdería el momento en el que abriera el paquete que contenía lo que él tanto deseaba.
A pesar de tener varios regalos amontonados junto a la pared de su cuarto, no hizo caso de ninguno, buscando ansioso aquel que pudiera tener en su interior el juego de magia. Y por fin lo vio. Por lo que había observado en la tele, ese era el tamaño y la forma exacta que debería tener. Rompió el papel que lo envolvía para dar paso a lo caja que tanto había querido poseer y que ya tenía entre sus manos.
Nunca olvidará aquella que fue su primera varita mágica, ni la baraja trucada, ni el juego de las pirámides. Y también está seguro de que ningún miembro de su familia lo olvidará, por la de veces que le tuvieron que ver hacer truco tras truco, primero, en espera de que resultara y después por la satisfacción de haberlo conseguido.
Habían pasado bastantes años desde aquello y sus trucos eran ya bastante más elaborados pero, a veces, en la intimidad de su hogar no podía evitar sacar aquella caja que llevaba casi toda su vida acompañándole y ejecutar alguno de aquellos juegos infantiles.

2 gotitas:

chema dijo...

esos juegos de nuestra infancia, como el magia borrás, son entrañables...

has descrito muy bien la emoción de los niños la víspera de reyes, y el afán der ser buenos para que no les dejen sin regalo, jejeje. es un bonito relato.

Geno dijo...

Gracias, Chema. Esas emociones son las que recuerdo que sentía yo cuando era niña en esa fecha ¡era tan emocionante! jejejejej
Geno