martes, 17 de diciembre de 2013

Un día cualquiera

Ringggggg, ringggggg
“¡Oh, vaya! Ya son las 5 y media de la mañana otra vez ¿De verdad tengo que levantarme? ¡Jo, que pereza! ¡Brrrrrr, que frío! Seguro que ahí afuera hace unos cuantos grados bajo cero, tendré que ponerme otra camiseta. Si ya parece que llevo todo el ropero encima. A este paso dentro de poco no podré ni moverme ¡En fin! Me calentaré un poco de café a ver si, de paso que caliento un poco, voy espabilando. Otra mañana en la que no pararé de bostezar, ya verás”
Estos eran algunos de los pensamientos que rondaban la cabeza de Reme una mañana cualquiera, de un día cualquiera, en un invierno cualquiera. Para ella todos los días eran iguales. Se levantaba temprano, se abrigaba a conciencia aunque nunca era lo suficiente y salía a la calle en ese su peregrinar de limpieza de portal en portal. La gente que vivía en esas casas no se parecía en nada a ella. No tenían que madrugar tanto y, por supuesto, no pasaban tanto frío.
A pesar de todo Reme era optimista. Aunque ya estaba resignada, no perdía la esperanza de que su suerte un día cambiaría ¿Y por qué no hoy?
“Pues no, hoy tampoco será. Y eso que sería el mejor día. Hoy es 22 de diciembre, día del Sorteo del Gordo de Navidad, pero bastantes gastos tengo ya como para andar comprando decimitos ni papeletitas ¡Con lo poco que gano!”
Después de quedarse casi helada esperando el autobús llegó a su primer destino de la jornada y, nada más abrir el portal:
“¿Pero qué pasa? A esta gente tan fina parece que nadie le ha enseñado que no se tiran los papeles al suelo … desde luego … tanta finura, tanta finura pero educación la mínima ¿eh? Pues sí que empiezo bien el día … ¡Anda! Si parece un décimo de lotería ¡Y es para hoy! ¡No te digo! No tendrán bastantes riquezas que aún quieren más”
Su primera idea fue llamar al presidente de la comunidad para comunicarle su hallazgo pero … ¿y si se lo quedaba? …¡Total! Ella lo necesitaba mucho más que cualquiera de los que vivían allí … además, como si fuese a tocar ¡ya ves!
Aunque no pensara en tener la suerte de ganar algo, a Reme esa mañana se le hizo interminable. No veía el momento de acabar e ir a informarse sobre los premios de la lotería ¡Si al menos le tocara algo para poder tomarse unas pequeñas vacaciones! Así que cuando terminó su jornada laboral se dirigió al kiosko que había junto a su portal y le pidió por favor a Deme, el kioskero, que le mirará su décimo. Primero pensó que Deme le tomaba el pelo, o que lo había mirado mal, luego no se lo podía creer ¡¡Le había tocado!!

Vale que no le daba para retirarse del todo pero por lo menos podría dejar de trabajar por el invierno que salir de casa tan temprano y con el frío que hacía era bastante dañino o también podría dejar algunos portales y empezar la jornada más tarde, cuando ya el día ha calentado un poquillo. Sea como fuere, la suerte de Reme ¡por fin! había cambiado.

Texto: Geno Mesa
Imagenes: de la red

6 gotitas:

Mercedes dijo...

Jo, a ver si me pasa a mí como a Reme y me encuentro un boleto por la calle, jajajaja... Es un relato muy típico de la Navidad, Geno, muy enternecedor porque la protagonista tiene un final feliz. Ojala les ocurriera a mucha gente necesitada y pudieran sentirse alegres para variar. Besitos, guapa.

chema dijo...

geno, me encanta este relato!! protagonizado por una persona sencilla, y con final feliz. hay trabajos que son poco apreciados, y a veces la gente tiende a olvidar que esas personas tienen una vida detrás...

Bertha dijo...

Que chulo tu relato y como a mi me gustan con final feliz, como deve ser...besos

Geno dijo...

Es lo que la época pide: finales felices, jeje. Me alegro de que os haya gustado ¡Gracias!

Zelgadiss dijo...

Bieeen!!!
Me alegro por el personaje, ains, quien no pillara un pellizquito para vivir un poco más desahogado en estos tiempos difíciles.
Tanto frío tenía la mujer?? la historia transcurre en Nagano o qué?
:-p

Geno dijo...

No creo que Nagano tenga el monopolio del frío, en otros sitios también lo hace :-P Me alegro que te haya gustado :-D